lunes, 4 de mayo de 2009

LOS ABUELOS


Son ellos los que nos han malcriado cuando éramos pequeños. Son los que nos permitieron todo, los mismos que han puesto a prueba la autoridad de nuestros padres: los abuelos ( y los que no lo han sido, de todos modos, siempre han encontrado un niño a quien malcriar).

Son, además, personas que han vivido antes que nosotros muchas otras cosas y que han visto correr, como dice el dicho, mucha agua debajo del puente. Vieron pasar muchas cosas delante de sus ojos, tanto buenas como malas. Y por el simple hecho de haber nacido antes, merecen respeto.

La sociedad parece no darse cuenta o quedarse dormida a la hora de dar el asiento en un colectivo a un anciano o ayudarlo a cruzar la calle. Asimismo, esta misma sociedad está bien despierta cuando le tocan el bolsillo o no puede ejercer algún derecho.

Hace falta más conciencia y paciencia con quienes han construido la historia hasta ahora. Es importante no perder el respeto ni el cariño y la ternura hacia ellos. Aunque muchos fundamenten que falta mucho o la ciencia está muy avanzada o que nunca llegarán a viejos, la vejez nos llega a todos. Todos recorreremos el final de nuestro camino. Es por esto, que sería correcto, pero fundamentalmente humano, acompañar a esa generación, que ha hecho y sigue haciendo tanto por nosotros (aunque sea un poquito en algún momento de nuestras vidas) enseñándonos con su experiencia y con sus conocimientos. Es importante acompañarlos, desde un simple gesto como ceder un asiento o darles un beso y un abrazo, o escuchar su historia de vida y hacer que se den cuenta que aún siguen siendo importantes para nosotros.

No es este texto una enseñanza moralista, sino un modesto intento de cambiar un poco las cosas. Porque como dijo alguna vez el periodista Jorge Lanata : “ Es muy fácil solucionar el hambre del mundo desde un bar; lo difícil es ser buen tipo en el laburo, con la familia o con quien sea. No sirve de nada la moral abstracta si en la vida no aplicamos la moral concreta”.